01/01/2020

Una asentada tradición teórica se enfoca en los regímenes prerrevolucionarios como factores explicativos esenciales de un estallido revolucionario. Esta visión «estado-centrada» no se ha aplicado satisfactoriamente para entender la Revolución cubana, cuya narrativa oficial la ha envuelto de un aura mitológica que obstaculiza su comprensión. Junto con brindar una visión menos centrada en el M-26 —movimiento que ha definido la cronología de la Revolución—, trasladaremos nuestra mirada a las características intrínsecas del régimen personalista y alienante de Batista, las que contribuyeron a alimentar el espíritu revolucionario y facilitaron la cohesión de la multifacética alianza opositora que destronó al dictador.